La muerte llega a Las Bahamas by Burton Hare

La muerte llega a Las Bahamas by Burton Hare

autor:Burton Hare
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Intriga, Policial, Novela
publicado: 1965-07-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

Míster Randolph Nutting vivía rodeado de riqueza y esplendor, en una villa aislada en la falda de vina colina, a menos de dos millas del distrito residencial. Al ver aquel despliegue de riqueza, Jacques no pudo contener un silbido de asombro.

—He oído hablar mucho de míster Nutting —gruñó—, pero nunca había visto su residencia… Ni el gobernador tiene mejor casa en Nassau.

Contra lo que podía esperarse de aquel altivo gentleman, me introdujeron en un despacho amueblado regiamente con sólo anunciarme.

El gran hombre me miró a través de su gran mesa de caoba y gruñó:

—No ha emprendido usted el viaje, Beeler…

—Ya le dije que no lo haría.

—¿Por qué ha venido aquí?

—Quiero discutir algunos puntos con usted, y no es necesario que me haga una demostración de lo importante que es. Sus sirvientes no podrán echarme fuera hasta que hayamos terminado.

—Creo que valora en muy poco a mis servidores, Beeler. Empezó a levantarse pesadamente. Yo dije:

—Usted odiaba a Mulligan, Nutting.

—Es todo un descubrimiento por su parte.

—¿Lo mató debido a ese odio?

Se inmovilizó repentinamente, un poco encorvado sobre la mesa.

—Repítalo —graznó.

—No haga teatro _ por favor.

—¿Pretende hacerme creer que Mulligan ha sido asesinado?

—Ajá, veo que su mollera no es tan dura como parece. A propósito, ¿qué clase de revólver usa usted?

—Un «38», pero no… Basta —exclamó al darse cuenta de que estaba respondiendo a mis preguntas—. No le consiento esa desfachatez. ¿Cómo sabe usted que Mulligan está muerto?

—Lo encontré anoche con un balazo en el pecho. Pero sucedió algo curioso… cuando volví al lugar del crimen el cadáver había desaparecido. ¿Qué sabe usted de eso, Nutting?

El hombre iba de sorpresa en sorpresa.

—¿Quiere decir que alguien se lo llevó?

—Eso parece.

—No puedo creerlo… No estaría muerto y cuando se recobró…

—Sé reconocer un cadáver sin lugar a dudas —le interrumpí— y Mulligan estaba bien muerto cuando yo lo encontré. Me parece que esta vez va usted a verse metido en un buen escándalo, le guste o no.

—¿Escándalo? —me contempló como si me creyera loco—. ¿Por qué tendría que verme complicado en ese crimen, suponiendo que haya sido cometido?

—Porque yo declararé que usted odiaba ciegamente a Mulligan, y añadiré que me amenazó a mí si trataba de ayudar a éste… Por mucha influencia que tenga usted, los jueces tendrán que actuar les guste o no.

—Podría demostrarle lo equivocado que está… pero eso requeriría una sucia publicidad. ¿Cuánto quiere, Beeler?

—Usted califica a los demás según su propia imagen, ¿no es así? Pero esta vez ha errado el tiro. No he venido aquí en busca de dinero.

—¿Qué pretende, entonces?

—Informes, Nutting. Quiero saber por qué odiaba usted a Mulligan hasta esos extremos.

—¿Para qué? No es nada que le concierna…

—Eso lo decidiré yo —le espeté—. Tengo la esperanza de que profundizando en la vida y relaciones de Jerry Mulligan conseguiré aclarar lo que verdaderamente me interesa.

—Odio el escándalo —masculló—. Toda la gentuza se nutre de cuanta materia sucia y pestilente le ponen al alcance de la mano los periódicos y revistas.

—Sin embargo, esa materia sucia y pestilente de que habla son ustedes quienes la ponen en circulación, pero no he venido a discutir esos temas con usted.



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